Año 03 - Mes 07: Cabo Norte 2011

Pues seguimos en el mes de Junio, un bonito mes para rodar y pensar en hacer realidad algún sueño… porque no solo de sueños vive la moto, ¿no?. Con 150.000 kilómetros en mi chasis, todas las provincias de la España peninsular recorridas…



y unos cuantos países pisados (que no recorridos ni explorados completamente): Austria, Andorra, Bélgica, Suiza, Alemania, España, Francia, Liechtenstein, Gran Bretaña (incluyendo Escocia y la Isla de Man), Italia, Irlanda, Luxemburgo, Marruecos, Mónaco, Portugal y San Marino.

Creo que ya estoy preparada para hacer realidad uno de mis grandes sueños… y es que, ¿hay algo mas bonito que hacer realidad un sueño?.

Así que busque una buena compañera de viaje: mi gran amiga Africa Twin con la que compartí mi primer viaje por el extranjero hace dos años, cuando visitamos Escocia.

Nuestros pilotos son grandes amigos desde hace años y comparten una afición tremenda por los viajes, así que todo perfecto. Es mas, cuando solo hacía 15 días que yo había salido del concesionario, ya estaba el piloto de mi amiga “convenciendo” al mío: “… ¿Qué Santi, cuándo vamos a Cabo Norte?”. La respuesta de mi piloto no se hizo esperar: “Dame un par de añitos para ver cómo va eso de los viajes por el extranjero”.

Y es que mi piloto lo tenía muy claro desde el mismo día que salí del concesionario ya que me quedé mirándolo fijamente, clavando mis focos en sus ojos y diciéndole: “Prepárate gordito, antes de que yo cumpla tres años tenemos que visitar Cabo Norte, así que ve aplicándote…”. ¡Creo que se lo tomó muy en serio!.

Por tanto, después de los dos añitos y medio pactados para “ir entrenándonos”, quedamos con Africa Twin y Dani en el McCharly (como no) para comenzar nuestra gran aventura de este año.

Disponíamos de tres semanas completas pero de todas formas salimos un viernes justo después de que los pilotos saliesen de trabajar. No queremos batir ningún record, pero tampoco queremos desperdiciar ni un minuto. Tanto es así que el primer destino turístico fue París. Mi amiga nunca estuvo y como pasábamos “por allí cerca”, entramos a ver lo típico de esta ciudad, vamos, la Torre Eiffel…

La Estatua de la Libertad,

Los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo…

Notre Dame… y nada mas, que tampoco es cuestión de perder muchos tiempo en una ciudad tan cercana a España y tan poco divertida para circular.

Pero ya sabes como son nuestros pilotos: Insaciables. Tanto es así que “ya que estábamos”, pasamos por Bruselas para ver el Atomium, impresionante la verdad sea dicha.

Ya nos estábamos agobiando de tanta autopista y capital de país así que el próximo destino lo escogimos nosotras y decidimos acercarnos a Holanda, porque nunca habíamos estado y nos cogía “casi de paso”. Así pudimos visitar sus molinos (aunque solo vimos uno),…

Sus canales navegables, …

Con sus puentes levadizos y todo,…

Y, sobre todo, sus famosos diques de contención para el mar,…

Incluyendo el mas famoso y grande.

Pero sobre todo, disfrutamos de unas carreteritas secundarias con mucho encanto.

Pero bueno, nosotras vamos a Cabo Norte, así que pusimos de nuevo rumbo al norte decididas a avanzar sin parar demasiado… aunque bueno… ya que estábamos… y como “pasábamos por allí”… nos desviamos un poco en Hamburgo para “irnos de tiendas”. Desgraciadamente era fiesta en Alemania y estaba cerrado.

Después enfilamos a Dinamarca donde de nuevo les tocó escoger destino a los pilotos y, como no, escogieron la capital, Copenhague, únicamente para visitar su estatua mas famosa: la Sirenita. En fin… no se donde tienen los gustos estos humanos…

Hecha la visita de rigor, decidimos que ya era hora de hacer kilómetros. Pusimos rumbo norte de nuevo y abandonamos Dinamarca por sus grandes puentes sobre el mar. Tengo que reconocer que estos pasos eran los que mas me preocupaban de todo el recorrido por su altura, longitud, tráfico, viento, …

Afortunadamente no fue tan problemático como parecía a priori y después de tres enormes puentes y un túnel pagamos el último peaje ya en tierras Suecas. Ya solo nos quedaba hacer unos cuantos kilómetros de autopista y buscar alojamiento en nuestra primera cabañita de madera.

Suecia es un bonito país que solo utilizamos como puente hacia Finlandia, pero pudimos observar que está plagado de bosques de pinos. Casi todo el recorrido  estuvimos acompañados de estos preciosos bosques. Tanto es así que el paisaje llega a resultar un tanto monótono.

Lo que realmente impresiona y llama la atención de las autopistas Suecas son los camiones que circulan por ellas…

Adelantarlos suponía todo un despliegue de paciencia, y eso que casi todo el trayecto por Suecia fue por rectas y aburridas autopistas. ¡No quiero imaginarme lo que tiene que ser adelantarlos en carreteras secundarias!.

No solo impresionaba su tamaño, sino también lo protegidos que iban de cara a posibles atropellos de renos y alces. Algo que creía que era un mito… Ahora tengo otra opinión, ya te cuento mas tarde.

Y así, sin mayor historia, pasó nuestro primer día por Suecia. Buscamos otra cabañita en un camping y a descansar, no sin antes darnos cuenta de que “algo raro pasaba”. Esta foto del lago está tomada a las 23:45. ¡Nos estamos acercando al NORTE!.

Continuamos recorriendo Suecia parando tan solo para repostar y en alguna ocasión para sacar fotos que nos ayuden a recordar nuestro paso por este país de vikingos.

Así paramos en algunos sitios pintorescos aprovechando para que mi piloto quitase o pusiese el traje de agua en función de la lluvia y, sobre todo, del frío.

En nuestro viaje siempre teníamos el mar a nuestra derecha. Bueno, el mar o parte de el, vamos, que no siempre se veía “mar abierto”.

Poco a poco vamos tomando conciencia de lo lejos que estamos de casa, sobre todo por las señales…

Y por los deportes que se suelen practicar por estas latitudes.

A medida que avanzamos hacia el norte, las autopistas suecas van disminuyendo y aparecen unas carreteras peculiares, de tres carriles, con dos de ellos en un sentido durante unos kilómetros y luego se alterna con el sentido contrario para aliviar un poco el intenso tráfico de camiones. Muy peligrosas debido a sus “guardarrailes centrales” formados por postes metálicos y cables de acero.

Abandonamos Suecia y entramos de lleno en Finlandia. Primero unos pocos kilómetros de autopista y luego nos desviamos por una carretera secundaria para olvidarnos de las autopistas durante los próximos siete días. Nuestro primer objetivo del día es el Santa Park… que no abriría hasta dos días después.

Así que, me saco la foto de rigor y me voy un poco mas allá…

Nada mas y nada menos que hasta ¡el Círculo Polar Artico!.

Vale, vale… ya se que solo es “una raya en el suelo”,…

Y que no es mas que un montaje turístico para sacar dinero a los viajeros…

Pero a mi me hace mucha ilusión, que quieres que te diga.

Después de todo, no todos los días se encuentra una a más de 3.500 kilómetros de su garaje, ¿no?.

Ya empezamos a darnos cuenta de que estamos en una latitud considerable… vamos, bastante lejos de casa.

En fin, después de comprar unos cuantos recuerdos y hacer un montón de fotos, seguimos rumbo norte por bonitas carreteras con poco tráfico y grandes bosques de pinos.

Paramos a dormir en otra cabañita de madera, esta vez en Finlandia, y comienza EL GRAN DIA con carreteras del mismo estilo donde paramos de vez en cuando a sacar fotos y recrearnos en la naturaleza salvaje que abunda por esta zona.

Tanto es así que vemos nuestros primeros renos, un poco huidizos, eso si.

Me llama la atención la cantidad de compañeras que encuentro con extrañas mutaciones. Mi piloto se fija en ellas de una forma un tanto extraña, ¿querrá cambiarme por alguna de estas mutantes?.

Empiezan los nervios… sobre todo unos kilómetros mas adelante cuando abandonamos la carretera principal siguiendo la indicación de esta señal donde todas las compañeras que pasaron antes que yo se sacaron una foto. Por supuesto, yo hago lo propio. Después me di cuenta de la cara de satisfacción de nuestros pilotos. Angelitos…

Y, como quien no quiere la cosa, dejamos atrás Finlandia y nos plantamos en Noruega.

Los primeros kilómetros noruegos tienen un paisaje similar al finlandés y al sueco, pero poco a poco va desapareciendo la vegetación en favor de un paisaje desértico, árido, duro y frío, muy frío.

Seguimos hacia el norte hasta que tomamos una carretera que solo tiene un destino, ¡nuestro destino!.

Cuanto mas al norte, menos vegetación y mas frío. Lo que es una constante es la cantidad de renos que hay por todos lados. Ahora veo que las defensas que vemos en los camiones desde Suecia están mas que justificadas.

Llegamos a Honningsvåg donde vemos los primeros Trolls y buscamos alojamiento para disfrutar de la tarde con tranquilidad.

YA ESTAMOS, solo nos quedan unos treinta kilómetros, mas o menos media hora… la media hora mas larga de mi existencia.

Y por fin aparece en el horizonte…

Y EL SUEÑO DESAPARECE…

ESTAMOS EN CABO NORTE.

El tiempo no acompaña, hay niebla y no se ve bien. Como contrapartida, hay muy poca gente y los humanos se hacen fotos, fotos y más fotos mientras se sienten poderosos: “tienen la bola del mundo al alcance de su mano”.

Nosotras esperamos en el aparcamiento mientras ellos hacen las típicas fotos, compran los típicos recuerdos, cuentan los típicos comentarios, mandan las típicas postales, …. Pero nosotras nos guardamos un as en nuestra guantera.

Bajamos de nuevo al pueblo para visitarlo y “hacer tiempo”.

Es tarde, más de las 23:00 de la noche. Por supuesto, está todo cerrado así que descansamos mientras nuestros pilotos visitan el pueblo caminando y guardando en sus retinas el momento tan especial que están viviendo.

Pasa el tiempo y se acerca nuestro momento…

Volvemos a Cabo Norte, con una niebla intensa, un frío terrible y nuestro ánimo por todo lo alto… Certificamos nuestra presencia en estas latitudes con la foto de rigor.

Y, por supuesto, LA FOTO. Bueno, sale mi piloto pero voy a cederle un poco de protagonismo, que no se me quejó en todo el viaje a pesar de las palizas que nos dimos.

No podía faltar una foto de “todo el equipo”.

UN SUEÑO CUMPLIDO.

Ya es muy tarde, mas de las 03:00 de la mañana, así que bajamos al camping a descansar, que hoy fue un día de muchas emociones.

Amanece un día nublado aunque menos que ayer. Nos ponemos en marcha tarde, casi es medio día. Hoy nuestros pilotos comienzan con la visita al Artico Ice Bar.

Un poco desilusionados porque no era lo que esperaban, brindaron por el sueño cumplido y volvimos a ponernos en marcha.

Echamos un vistazo por última vez a Honningsvåg con un crucero que acababa de llegar…

Y cruzamos de nuevo el túnel de peaje que une por carretera la isla de Magerøya con el resto del continente.

En esta ocasión recorremos esta carretera con mas calma, ¡Ya estuvimos en Cabo Norte!. Así que hacemos montones de fotos, desde sus características piedras planas…

Hasta su mítica carretera rodeada de mar y acantilados…

Pasando, como no, por sus típicos secaderos de bacalao…

Y, por supuesto, sus omnipresentes renos.

Abandonamos la carretera de Cabo Norte y comienza nuestro nuevo “objetivo”: Disfrutar de Noruega. Al principio el paisaje es árido y duro.

Pero poco a poco, va cambiando, la vegetación aumenta, aparecen los primeros fiordos, aumentan poco a poco los pequeños pueblecitos y, sobre todo, sale el sol.

La verdad es que el paisaje empieza a ser lo que todos esperábamos: espectacular.

Preciosa combinación de colores: verde (bosques y valles), blanco (nieve), azul (mar) y rojo (casas).

Ninguna foto hace justicia a lo que vimos y vivimos, pero al menos nos sirve para recordar y enseñar.

Impresionante se mire por donde se mire… tanto que tuvimos que llegar a un compromiso entre parar a sacar fotos y avanzar kilómetros.

El resultado de este primer día por Noruega, sin ninguna “visita oficial”, nada más que lo que nos encontrábamos de paso, es más que satisfactorio.

Así pues, comenzamos nuestro segundo día por tierras noruegas con el ánimo por todo lo alto y con unas ganas enormes de rodar.

Empezamos a ver ferrys, que serán una constante en nuestro periplo noruego. Hoy mismo cogeremos el primero a final del día.

Pero antes recorreremos un buen montón de kilómetros disfrutando de los fiordos, montañas, valles, pueblos…

Y todo para llegar a las islas Lofoten, muy recomendadas por todas las motos que pasaron por aquí. Se trata de una serie de islas enlazadas por impresionantes puentes y túneles que no me defraudaron en absoluto.

Preciosos paisajes que combinan montaña, mar y bosque en perfecta armonía.

Aquí pudimos observar de cerca otra especie de la fauna autóctona: los alces. Enormes y mas huidizos que los renos.

A pesar de las bonitas y solitarias carreteras por las que circulamos…

No desperdiciamos ninguna ocasión para rodar un poco por la tierra con tal de sacar una foto bonita.

Eso si, las carreteras eran realmente preciosas: poco tráfico, buen asfalto (en general), pero sobre todo, unos paisajes de ensueño que nos acompañaron constantemente.

Tanto es así, que tuvimos algún que otro problemilla con los pilotos para que no se pararan en cada curva a sacar fotos… ¡había que rodar algo!.

Y es que, claro, te paras, te colocas, te pones guapa, se coloca tu piloto… ¡y pierdes un montón de tiempo!. Vale, reconozco que a veces merece la pena tener alguna foto bonita de recuerdo.

El caso es que llegamos al final de las islas Lofoten y tuvimos una pequeña aventurilla no planificada e inesperada totalmente.

El caso es que sobre las 20:00 ya teníamos reservada la habitación y nos dijeron que el primer ferri del día siguiente hacia Bodo salía a las 10:00, lo cual nos venía de perlas para nuestros planes. Decidimos salir a visitar un pueblecito cercano de curioso nombre.

Mi piloto es algo desconfiado y a eso de las 21:00 pasamos por el embarcadero del ferri donde ya había una larga cola. Preguntamos al cobrador por los horarios y nos dijo que como mañana era Domingo solo había un ferri a media tarde así que el que estaba llegando era nuestra última oportunidad hasta mañana, y partía en menos de una hora.

Ante la posibilidad de perder un día entero, volvemos al camping donde nos devuelven el dinero, a toda prisa sacamos el billete del ferri y zarpamos a las 22:00 rumbo a Bodo, donde llegaríamos tres horas y media mas tarde.

Durante la travesía sopesamos todas las posibilidades ya que llegaríamos a puerto a las 01:30, una hora muy peligrosa para buscar alojamiento. Y, aunque lo encontrásemos, no dormiríamos lo suficiente para hacer una buena jornada.

Llegamos a la hora prevista y a eso de las 02:00 de la mañana ya habíamos desembarcado y repostado. Como hacía una “preciosa noche de sol”, decidimos aprovechar el tan nombrado “sol de medianoche” para continuar nuestro viaje.

Estaba todo “previsto”, el único inconveniente podrían ser los repostajes pero como la mayoría de las gasolineras de Noruega son automáticas y de pago por tarjeta, nada nos detenía y puedes ver en la hora del GPS que a las 03:12 disfrutábamos de un hermoso sol de medianoche.

A pesar del sol, estaba frío, muy frío. Nuestros pilotos tuvieron que poner el traje de agua mientras atravesamos una estepa nevada que daba una sensación de soledad y frialdad terrible. No en vano, volvimos a atravesar el Círculo Polar Artico, esta vez para abandonarlo en dirección sur.

Por supuesto, el “centro comercial” estaba cerrado a estas horas aunque no éramos los únicos que estábamos allí a esas horas. Eso si, éramos las únicas motos.

Continuamos viaje, repostamos mas adelante, visitamos una bonita y enorme cascada hasta que al amanecer, a eso de las 08:00 tuvimos que hacer una pequeña parada de una horita para que nuestros pilotos “echaran una cabezadita”. ¡Estos humanos…!.

Ya repuestos solo quedaba hacer kilómetros hasta las 17:00 que paramos en un precioso camping justo después de que el tiempo nos regalase una bonita tormenta que nos empapó durante los últimos 25 kilómetros de la jornada.

Con un sueño reparador de 12 horas justas, nuestros pilotos estaban en perfecta forma para un día con una agenda muy, pero que muy apretada y que a la postre se convertiría en la mas dura del viaje en lo que a climatología se refiere. Además, tuvimos que tomar varios ferris… mas bien, muchos ferris.

Nuestro primer destino del día: la carretera del atlántico. La verdad es que impresiona mas en las fotos aéreas que hay por internet, pero que quieres que te diga, ¡yo estuve allí!.

Y, por supuesto, me saque unas cuantas fotos, ¡que menos!. Tanto en marcha…

Como en parado “posando”.

Tanto es así que, entre los nervios y la lluvia, me despisté y mi pata de cabra se hundió en la tierra provocándome una de esas tontas caídas. Nada que no se pueda remediar… y es que ¡una se cae en cada sitio…!.

En fin, al final conseguí la foto que quería que es lo importante.

Después de la sesión de fotos y bajo una débil pero persistente lluvia, abandonamos la Carretera del Atlántico buscando un nuevo destino.

Este sería “el día de los ferris”, nada menos que cuatro tuvimos que coger. En los días siguientes también cogeríamos dos o tres ferris diarios.

El tiempo no acompaña, lluvia incesante, nubes bajas, ambiente húmedo, bastante oscuridad… malas condiciones para las fotos. Aunque hay que reconocer que estas fotos tienen su encanto.

Menos mal que estamos en Junio, no quiero imaginarme como se lo pasarán nuestras compañeras en pleno invierno por estas latitudes… ¿será esa la causa de las mutaciones que vimos mas al norte?.

Seguimos avanzando hacia otro de los grandes alicientes del día: La escalera de los Trolls.

A pesar del mal tiempo, los paisajes eran impresionantes. Un precioso valle verde rodeado de altísimas paredes de piedra negra con algo de blanca nieve en las cimas.

Avanzamos lenta, muy lentamente, haciendo paradas en cada rincón de la carretera o alrededores para hacer fotos y mas fotos.

Una de las señas de identidad de este puerto es el río que lo atraviesa en su parte intermedia en una cascada impresionante y que ya en la parte baja del puerto muestra todo su esplendor.

Pero si algo define a este puerto es “su señal”, si , esa, esa… única en el mundo y que advierte de un peligro “real”.

La señal está justo al lado de la barrera que cierra el puerto durante todo el invierno y desde donde se empiezan a ver las empinadas cuestas que suben por las paredes de piedra haciendo zig-zag.

Y aquí está la que para mi es una de las fotos mas representativas de este puerto, donde se ven los muros de piedra, el puente, el rio, el mirador y los famosos zig-zags.

Por supuesto, no podía faltar una paradita en el puente con su foto incluida. Impresionante la cascada: un caudal y un ruido que no dejan indiferente.

Y mas impresionante cuanto mas cerca estas de ella.

Finalmente llegamos a la zona mas turística del puerto, con sus cafeterías y tiendas de recuerdos. Descansamos un poco mientras nuestros pilotos se van al mirador donde nosotras tenemos vetado el paso.

Y, como buenos turistas, se hacen la archiconocida foto.

Abandonamos el puerto para llegar de nuevo a nivel de mar donde tomamos otro ferri que nos pasa al otro lado del fiordo. Esto ya se convierte en una bonita rutina.

Llegamos a uno de los últimos destinos del día, el mirador sobre el fiordo Geirangerfjorden en la Carretera de las Aguilas.

Impresionante lo mires por donde lo mires… Más de una hora nos tiramos en este mirador disfrutando del paisaje y las vistas a pesar de las nubes. Además había dejado de llover.

Pero bueno, había que continuar viaje y teníamos que descender la Carretera de las Aguilas hasta nuestro próximo destino, el pueblo de Geiranger que se ve al fondo.

Allí cogimos el último ferri del día que recorre el que está considerado como el más bonito de los fiordos noruegos, el Geirangerfjorden, nuestro último destino turístico por hoy.

Impresiona todo el recorrido de una hora de duración con explicaciones por megafonía en varios idiomas, entre ellos el castellano, que nuestros pilotos siguieron atentamente para “culturizarse” un poco.

Finalmente llegamos a Hellesylt donde buscamos alojamiento. Después salimos a repostar y a dar un paseo por el pueblo.

Impresionante el río y la cascada que dividían el pueblo por la mitad.

El día de ayer fue duro por la climatología, pero el más completo turísticamente hablando. Hoy, por el contrario, es un día casi de transición pero el tiempo es bastante mejor. Empezamos viendo llegar “esto” desde la ventana del hotel.

Nuestros pilotos ya estaban preocupados porque creían que no verían ningún crucero de estos en los fiordos… y mira tú por donde, casi “vino a visitarnos”. Aquí lo tenemos dando la vuelta al llegar al final del fiordo.

Cuando dije que veían el barco desde la ventana del hotel, me refería a esto exactamente.

Después de ver la maniobra del barco, comenzamos la ruta sacándonos la típica foto del fiordo desde la carretera con un barco atracado entre las montañas.

Seguimos avanzando por las carreteritas de Noruega en la zona donde más fiordos hay. La verdad es que es un paisaje realmente impresionante.

Como siempre en este viaje, tenemos que llegar a un compromiso entre las paradas para hacer fotos y seguir avanzando. Difícil compromiso por el paisaje que vamos dejando atrás y por las preciosas carreteras que recorremos.

Tanto es así que cada vez que nos parábamos aprovechábamos para sacarnos decenas de fotos.

Porque daba igual hacia donde mirases, el paisaje era espectacular incluso en las zonas de interior donde no se divisan los fiordos.

Después de la parada, seguimos viaje y a la salida de un túnel nos encontramos un cartel que indicaba una zona turística por una carreterita a nuestra izquierda. La tomamos sin saber muy bien que nos íbamos a encontrar y descubrimos un precioso glaciar.

Unas cuantas fotos, visita a los alrededores y un ratito de relax para aprovechar el precioso día de sol que hace hoy.

Leyendo la información turística nos enteramos que este mismo glaciar llegaba al fondo del valle en los años 90, vamos, hace muy poco.

Seguimos avanzando con los fiordos como una constante en el paisaje de nuestro alrededor.

Abandonamos momentáneamente la zona de fiordos para internarnos un poco en el interior con la intención de visitar una de las muchas iglesias de madera de este país.

Escogimos la iglesia de Borgund. Otra grata sorpresa que, a pesar de haberla visto anteriormente en multitud de fotos, nos impactó por el trabajo que tuvo que representar su construcción y lo bien conservada que está para el material del que está construida. Los detalles vikingos están por todos lados.

Típica foto de rigor para certificar nuestro paso por este bello monumento, y emprendemos camino de nuevo.

Aun estando en zonas de interior, el paisaje sigue sin defraudar y el agua aparece por doquier en forma de caudalosos ríos o impresionantes cascadas.

Un poco más allá nos encontramos con un túnel cuya boca no tiene nada de particular… si no fuese por el letrero que hay a la entrada: ¡¡¡24 kilómetros y medio de túnel!!!.

Parece ser que es el túnel de carretera más largo del mundo. Tanto es así que tiene intercaladas tres zonas “para romper la monotonía” del conductor. Concretamente en los puntos kilométricos 6, 12 y 18. Vamos, cada 6 kilómetros.

La llegada a la primera de estas zonas nos impactó un poco y, como no, nos paramos a hacernos una foto y “empaparnos” de esta curiosidad.

El resto del túnel no tiene nada de particular, es más, resulta bastante “normalito” si lo comparamos que alguna de las construcciones que tenemos en España. Eso sí, se nos hizo largo, muy largo…

Poco después de esta experiencia subterránea volvemos a encontrarnos con un fiordo que en esta ocasión no tenía un barco sino dos. El primero tenía un tamaño contenido y estaba fondeado en mitad del fiordo.

El segundo ya era de un tamaño mucho más considerable y estaba atracado en el pequeño embarcadero del pueblo.

Por cierto, daba la impresión de que en el pueblo había muchos menos habitantes que pasajeros en el barco. Ya ves, y nosotras que creíamos que no íbamos a ver ninguno de estos cruceros en los fiordos…

De nuevo volví a cazar a mi piloto mirándome como queriéndome comparar con otro vehículo, en este caso con un crucero… ¿creerá que yo no soy capaz de llevarlo donde el quiera…?.

De camino a nuestro último destino del día seguimos encontrando impresionantes paisajes donde el agua es el elemento más abundante y que proporciona vida a todo este entorno.

Por supuesto, no desperdiciamos ninguna ocasión para divertirnos y sacar alguna que otra foto “tonta”, que no solo de rodar vive la moto.

Por fin llegamos a Bergen, la primera ciudad de cierta entidad que visitamos desde hace varios días cuando paramos en Copenhague a sacarnos unas fotos con La Sirenita. Este día tuvimos serios problemas para encontrar alojamiento. Lo más típico de esta ciudad son sus casas de madera multicolor que se encuentran en la zona del puerto.

Aunque lo más curioso no son sus fachadas, sino las calles que se encuentran detrás de estas donde se amontonan las paredes, soportales, suelos, escaleras, … todo construido en madera.

No solo había casas de madera, también impresionantes edificios de ladrillo visto como el de esta foto. Por cierto, eran las 23:30 de la noche, mas o menos, y por primera vez “se nos haría de noche” pero a eso de las 02:00 cuando regresábamos al hotel.

Habíamos aparcado en una plaza repleta de motos. Nos enteramos que era un sitio de reunión motera en época estival. Lógicamente, éramos las únicas motos hispanas y llamamos mucho la atención hasta el punto de estar charlando durante un buen rato explicando nuestro viaje por tierras noruegas.

Con el nuevo día y sin que nuestros motores apenas cogiesen la temperatura óptima de funcionamiento, tomamos el primero de los ferris de hoy.

Estamos en una zona de islas y la sucesión de túneles, puentes y ferris para enlazarlas es constante…

Hasta llegar al gran destino del día, El Púlpito. Aquí nos separaríamos de nuestros pilotos durante cuatro horas ya que nos quedamos descansando en el aparcamiento mientras ellos subían a visitar una de las atracciones más turísticas de Noruega.

Después nos contaron maravillas de este sitio al que tuvieron que acceder por un camino bastante complicado y pendiente que recorrieron durante dos horas.

Naturaleza en estado puro ya que eran poquísimos los pasos que estaban arreglados para un uso turístico.

Creo que esta foto da una imagen bastante acertada de la dificultad del recorrido.

Mi piloto tomando aire y recuperándose un poco de la ascensión… porque como ya no hace ejercicio cualquier cosita de nada le cuesta horrores…

Y eso que aun estábamos a mitad de camino…

Eso si, los paisajes siguen siendo espectaculares y la visión del fiordo a los lejos ya le levantaba un poco el ánimo.

Poco a poco se va divisando el final del trayecto y lo que “les espera”, sobre todo a mi piloto que es un poco cagueta para las alturas.

Finalmente y tras las dos horas de rigor (y otra media hora por falta de forma física de Santi), Dani llega a El Púlpito y se saca la típica foto.

Mi piloto llega detrás y también obtiene su foto como premio al esfuerzo.

Desde luego, volvieron encantados. El esfuerzo de la subida mereció la pena por las vistas y las fotos que se sacaron arriba.

Mi piloto hasta se atrevió a asomarse al abismo de más de 600 metros que hay entre la explanada de El Púlpito y el fiordo que hay en el fondo. ¡Si no veo la foto no me lo creo!.

Se tiraron un rato disfrutando del momento hasta que empezó a caer una fina lluvia y emprendieron la bajada. Aquí una foto del púlpito con mi piloto con la chaqueta puesta por la lluvia.

Por supuesto, la bajada la hicieron de forma más relajada y con menos esfuerzo, aunque a mi piloto ya le daba algún tirón en las piernas y esa noche se volverían a repetir los espasmos musculares.

Claro, no hace nada de ejercicio y luego pasa lo que pasa porque, aunque hacían paradas constantes para disfrutar del entorno…

El recorrido era ciertamente exigente…

Sobre todo cuando se hacen “alardes” como los de mi piloto… ¡míralo saltando de piedra en piedra con las manos en los bolsillos!. Este humano tiene un pasado que no conozco del todo… no me cuadra su “físico” con su “agilidad”…

Algún día indagaré, pero de momento se porta fenomenalmente en tramos complicados así que no me preocupo. Eso sí, si bajaba así mi piloto con sus 110 kilos… ¡¡¡imagínate como bajaba Dani que está en forma y está más ágil que Santi!!!.

Ya en el aparcamiento, Dani no le quitaba ojo a esta compañera danesa y sus artesanales y enormes maletas. Igual cree que nosotras no ofrecemos suficiente espacio de carga…

Después rodamos unos pocos kilómetros más y nos dispusimos a pasar la última noche en Noruega y Escandinavia. Al día siguiente tomamos rumbo sur para tomar un ferri que nos llevaría de nuevo a Dinamarca. Día de transición en el que buena parte del mismo estuvimos esperando al ferry (más de cuatro horas) aguantando una fuerte tormenta.

Afortunadamente despejó y nuestros pilotos emplearon el tiempo en cosas dispares como planificar la ruta del día siguiente…

Hacer amistades con pilotos de compañeras “modernas (GS 1200) y antiguas (RS80GS en perfectísimo estado)”…

O alimentar a los pajaritos (fíjate en el pie de Dani).

Finalmente cruzamos y desembarcamos en Dinamarca donde cogimos nuestra primera autopista desde Finlandia y, de nuevo, volvimos a ver los camiones de dimensiones bestiales para lo que estamos acostumbradas a ver.

Etapa de tránsito donde solo teníamos que hacer kilómetros hasta llegar a la casa de unos primos de Dani en Hanover donde pasaríamos la noche.

El siguiente día también era un mero trámite hasta acercarnos a nuestro siguiente destino pero ya que estábamos en Alemania y como mi amiga Africa Twin no había estado nunca en Nürburgring, decidimos acercarnos a dar una vuelta.

Desgraciadamente se estaban celebrando las 24 horas de Nürburgring así que solo pudimos hacernos unas fotos, dejar que nuestros pilotos comiesen algo mientras disfrutaban del ambiente y continuar viaje.

Eso si, la foto de Nürburgring que no le falte a mi amiga.

Dormimos en Sturgart y al día siguiente nos dirigimos en dirección sur hacia Füssen para tomar la carretera que nos llevaría al Fernpass (1.210 metros), ya en Austria, después de un tremendo atasco como corresponde a un sábado en los Alpes.

Por fin dejamos atrás el terrible atasco tras el Passo di Resia (1.504 metros) y entramos de lleno en los Alpes. Es mi cuarta visita a esta cordillera en mis tres años de existencia.

El primer destino era el Umbrail-Pass (2.503 metros) para que mi amiga lo conociese y, de paso, yo lo subiría por primera vez, que solo lo conocía de bajada.

A pesar de ser un puerto precioso con curvas cerradas, buen asfalto y estupendos paisajes, todas lo conocemos por sus tres o cuatro kilómetros de tierra.

Ya en la cima se divisaba el verdadero objetivo del día: el Passo dello Stelvio (2.758 metros), y es que, aunque mi compañera lo conocía de un viaje que hizo  cuando yo aún no había salido del concesionario, en aquella ocasión no pudo disfrutarlo porque se le echó la noche encima, así que volvemos a verlo con toda la tranquilidad que este puerto se merece.

Y, por fin, Dani pudo hacerse una de las fotos más deseadas por nuestros pilotos. Pero claro, ahí no íbamos a dejarlo…

Así que nos tiramos puerto abajo hasta Gomagoi donde dimos la vuelta y volvimos a subirlo por su vertiente más famosa parando de vez en cuando a sacar fotos del paisaje.

La verdad es que había bastante ambiente para ser un sábado de Junio. No quiero ni pensar cómo será esto en Julio y en Agosto.

Mas fotos del paisaje y de la carretera, que bien se lo merece. Fíjate la obra que tuvieron que hacer para que las curvas tuvieran un  radio suficiente.

Como no, la típica foto con el cartel no podía faltar. Aunque puedes ver la evolución del cartel a lo largo de los años… ¡cada vez tiene más pegatinas y se ve menos el letrero!. Estos pilotos son terribles, ¡que manía tienen de dejar rastro de por donde pasan!.



Las ocasiones hay que aprovecharlas y ya que estaba en el Stelvio con un amigo de mi piloto al que también le gustan las fotografías curiosas, decidí hacer realidad un pequeño sueño y hacerme unas cuantas fotos “de acción” en una “tornanti”. Así que “p’arriba”…

“p’abajo”…

¡¡¡y a curvar!!!.  Tomaba las curvas casi parada para salir bien en la foto, de ahí que no se me vea nada inclinada. Por cierto, en esta foto se aprecia la única avería del viaje: la bombilla del foco izquierdo fundida.

Hicimos noche en Bormio, un bonito pueblo turístico de los Alpes situado a mas de 1.200 metros de altura.

Los paisajes alpinos siguen siendo impresionantes y no dejamos de asombrarnos por la cantidad de ciclistas que hay en cada puerto, incluso a horas muy tempranas.

Llegamos a Livigno y cruzamos a Suiza a través de otro puerto, el Forcola di Livigno (2.315 metros) que enlaza con el Passo del Bernina (2.330 metros). Por este puerto pasa un bonito tren de cremallera (Bernina Express).

Ya en Suiza cruzamos Sant Moritz y nos dirigimos al Julierpass (2.284 metros) donde en unas obras me di cuenta del nivel de vida de esta zona al mirar hacia atrás: BMW custom, BMW ruteras, Ferraris, …

Deshacemos el camino para tomar rumbo sur a través del Malojapass (1.815 metros), todo un descubrimiento. Aunque su vertiente norte es llana (bordea un lago), la vertiente sur es una sucesión de curvas enlazadas entre bosques de pinos y con un asfalto excelente.

Con este puerto damos por terminada nuestra excursión alpina intentando no olvidar los preciosos paisajes por los que rodamos.

Ya estamos claramente “regresando” a casa, pero no podemos dejar de hacer alguna parada intermedia para amortizar el viaje. Así que visitamos el circuito de Monza donde había tandas libres y nuestras compañeras mas deportivas se lo estaban pasando en grande.

Para acabar el día fuimos a conocer el circuito de Montecarlo, así que aparcamos en “cualquier sitio”…

Y nos dimos un par de vueltas al tramo por el que se puede rodar libremente.

Ya solo quedan un par de días para llegar a casa atravesando Francia por autopista. Eso si, nos paramos a conocer algún sitio que mi compañera no conocía aun, como Carcassone…

Y otros que yo no conocía, como Foix…

Que además nos permite rodar un poco por esas preciosas carreteras secundarias de Francia donde aún se conservan los árboles flanqueando la calzada como sucedía hace muchísimos años en España.

Tan solo quedaba recorrer los últimos kilómetros de autopistas francesas y españolas para dar por terminado nuestro viaje a Cabo Norte con…

un montón de fotos en las cámaras,

un montón de imágenes en nuestra memoria,

un montón de recuerdos en nuestra mente,

un montón de nuevas carreteras recorridas,

un montón de paisajes descubiertos,

un montón de  pueblos y ciudades conocidos,

un montón de kilómetros en nuestras cubiertas,

un montón de pegatinas para nuestras maletas,

un montón de parches para nuestros pilotos,

y un montón de anécdotas que contar.

Dimos por finalizado el viaje en el Charly, ¡cómo no!, donde nuestros pilotos fueron invitados a comer unas fabulosas hamburguesas mientras nosotras comentábamos el día en las plazas para motos que hay en la puerta del bar., ¡¡¡muchísimas gracias Charly!!!.  (Un saludo para Charly, Fueyo y todo el equipo de Mc Charly & Company Cafe).

Pero todo se acaba… y continúa. Como al final aun nos quedaban algunos días de vacaciones, aproveché para hacer salidas cortas por Asturias, que bien merece dedicarle tiempo.

Así que me acerqué a los Lagos de Covadonga a disfrutar de las fantásticas vistas y preciosa carretera.

y darme cuenta de lo bonita que es la provincia donde me tocó vivir.

Nota: no dejes de visitar la crónica de este viaje que publicó Dani, con muchas fotos y datos de interés:

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

Quinta parte

Sexta parte


Un saludo para Dani, Gema, Lucía y Sergio.