Año 02 - Mes 01: Curso HIS Honda

El caso es que este año comencé fuerte y con ganas después de una fantástica revisión con motivo de mi primer cumpleaños. Por desgracia, a estas alturas el clima ya empezaba a ser problemático en mi Asturias querida.
Se me ocurrió subir al puerto de Tarna y... las pasé canutas.
Pero no me achico fácilmente y lo primero que hice, fue aprovechar el puente de principios de Diciembre para irme de viaje aprovechando que Santi no trabajaba durante cinco días.
Exacto, me planté en Cataluña, entrando por Lérida donde visitamos la zona de la Seu Vella con su castillo-catedral.
Y continuamos viaje que los días son muy cortos y teníamos que llegar a visitar la fábrica de Honda, mi casa natal.
Fantásticas instalaciones y perfecto equipamiento.
Eso que ves detrás de mí es una pequeña zona de entrenamiento para mis hermanas más ágiles con sus pilotos mundialmente conocidos: Toni Boy, Laia Sanz y Takahisa Fujinami.
Santi me dio un achuchón y se fue al interior del recinto. Fue el primero en llegar, tenía ganas y estaba nervioso.
La verdad es que las instalaciones imponían respeto.
Después de las clases teóricas (que siempre son un rollo necesario), vino una primera clase práctica un tanto particular.
Cuando consiguieron “soltar” a Santi de aquella silla, salieron al exterior donde podía verlos siguiendo las instrucciones de los monitores para comenzar las prácticas propiamente dichas.
Al principio los monitores, expertos pilotos, daban toda clase de instrucciones a los cursillistas.
Después la cosa se fue calmando y los avances se notaban minuto a minuto.
No solo de conos viven los cursos, también había tramos para pasar “con el culo levantado”…
Y algún otro obstáculo que, aunque no entraba dentro del curso, Santi pasaba cada vez que podía… ¡¡¡para eso estaba allí!!!.
A última hora de la mañana vino la esperada prueba del ABS con una hermana Deauville preparada. Los monitores dijeron bien claro: “No saquéis los pies de los estribos”. Y Santi, tan patoso el… los sacó, claro.
Con el ABS conectado, la cosa cambió radicalmente… ahora tendremos que probarlo “el y yo”.
Y llegó la hora de la comida, así que había que dejar las motos. Aquí tenéis el momento: “No me quitéis la moto… yo no quiero comer... quiero seguir rodando… buaaaaaaa”.
Menos mal que la comida fue ligera y, sobre todo, rápida. Le pusieron el dorsal número 3 a Santi y comenzaron las clases teóricas para la zona de tierra. “Venga, va… está claro: primera para abajo y las otras para arriba… ¡¡¡a rodar!!!”.
Comenzaron los entrenamientos con mis pequeñas compañeras de solo 100cc. Santi era inconfundible por su estilo, gracia, finura, aplomo… y porque abultaba más el que la moto.
Entre tanda y tanda los compañeros comentaban las jugadas… bueno, Santi no le quitaba ojo a las motos por si quedaba alguna libre…
Vamos, que en cuanto cogía una moto había que quitársela.
Hasta las fotos salían movidas porque el tío no paraba de rodar y rodar.
Al final acabó totalmente reventado con las pequeñas motos de cros… y aún quedaban mis hermanas pluricampeonas del mundo: las motos de trial.
Aquí ya las fuerzas estaban al mínimo, apenas era capaz de arrancar las motos por el cansancio acumulado de tanta moto de cros con el traje de cordura de invierno y las botas de enduro…
Pero las ganas podían más que el cansancio y no se cortó a la hora de atacar todas y cada uno de los obstáculos que tenían por allí preparados para los cursillistas.
Incluso se atrevió con algunas de un nivel superior al que se suponía que estaba orientado el curso.
Finalmente y ya al anochecer, dieron por finalizado el curso del HIS de Honda y Santi salió de allí “pegando saltos” de alegría por lo aprendido pero, sobre todo, por lo bien que se lo pasó durante todo el día.
Después de dormir como un angelito y levantarse con unas agujetas tremendas, nos dedicamos a visitar los alrededores del hotel escogiendo siempre los destinos más insospechados, por supuesto.
Hoy tocaba visita friki y sentimental… y mira lo que apareció en mi pantalla.
El ojear las crónicas de otras compañeras te permite descubrir estas agradables sorpresas que de otra forma serían muy difíciles de localizar. Las estatua está en una urbanización llamada urbanización Mas del Plata en la provincia de Tarragona.
Parece ser que este gigantesco robot era uno de los héroes de acción de mi piloto en los tiernos años de su infancia y, claro, se emocionó y todo.
Después nos acercamos a la ciudad de Tarragona para que Santi hiciese un poco de ese turismo que a mí tan poco me gusta: turismo urbano.
Como estamos en pleno invierno, los días son muy cortos y dan para poco, así que al día siguiente madrugamos y nos acercamos a una zona que teníamos ganas de conocer.
Entramos a las montañas de Montserat por “la puerta de atrás”, que no tiene nada que envidiar la su parte más conocida y turística la que accedimos bordeando todo el macizo.
Yo quedé a la entrada del santuario, como de costumbre, y esperé a que mi piloto hiciese la típica visita turística.
Impresionante lo mires por donde lo mires…
Pero yo soy más de paisajes que de edificios, ya lo sabéis.
Después nos dirigimos al parque natural del Montseny, una zona donde disfrutamos de la carretera, el paisaje y la conducción, así que casi no hicimos fotos.
Nos dimos cuenta de que casi estábamos en el punto más al este de la Península… ¿casi?, Vamos para allá.
Mi primera visita al Cap de Creus, casi anocheciendo pero no por ello dejamos de acercarnos a Francia para ver las estaciones de ferrocarril de Porbou (España) y Cerbére (Francia) por aquello de “pisar un país extranjero”. Vosotras ya me entendéis…
Tanto apurar, tanto apurar… se nos hizo de noche, que los días son muy cortos en Diciembre.
Y hasta aquí llegó este puente. La vuelta por autopista hubiese sido un coñazo… si primero no hubiese aprovechado para pasar por una zona preciosa del sur de Tarragona con varios puertos recomendados en todas las guías de moteros.

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