Año 05 - Mes 09: Agosto 2013

En el mes de Agosto ya no me aguantaba y aprovechando el buen tiempo me fui a las Bardenas Reales para probar mi motor nuevo en un viaje de fin de semana.

Contaba con la ventaja de que Santi ya conocía el terreno así que lo primero fue pasarse por un centro de interpretación que hay a la entrada…

Y sobre uno de los mapas que nos dieron, trazamos la ruta por las pistas que mejor nos venía.

Como sabéis, las Bardenas es un desierto convertido en parque natural.

Comenzamos la visita por la Bardena Blanca y nos dirigimos a un promontorio que desalaba a lo lejos.

Al llegar contemplamos lo bonito que es el icono mas reconocible de la zona, el Castildetierra.

Por supuesto, aquí Santi puso el trípode y echó una carrerita para sacarse una foto…

Pero seamos sinceras, ¿no luzco yo mejor que el?.

Lo dicho, aprovechando un día de auténtico calor seguimos recorriendo “el desierto”.

Había algunas construcciones pero pequeñas y mal conservadas.

Lo que si estaba en perfecto estado era la señalización, tanto para las zonas prohibidas o restringidas…

Como para las distintas rutas que podemos realizar los vehículos motorizados…

Así que es prácticamente imposible perderse.

La condición de “desierto” se aprecia bien en esta foto a pesar de tratarse de un río.

Por fin acabé el recorrido mas conocido y me hice una foto con la estatua al pastor, curioso tema el del pastoreo en esta zona.

Antes de abandonar la zona, me llamó la atención las chimeneas de las cabañas que había por allí así que me hice una foto…

Volví a pasar por el Castildetierra y le hice una foto en  su lado mas estrecho.

También me llamó la atención que en medio de este parque natural se encuentre un emplazamiento militar debidamente señalizado y, por supuesto, de acceso prohibido.

Después de la Bardena Blanca, el resto no nos gustó tanto, así que nos fuimos a una zona con un  pantano…

Y aprovechando la buena señalización, decidimos dar por acabada la visita a la zona.

Llegamos a un bonito mirador y abandonamos las pistas por ahora.

Después de unos cuantos kilómetros por carretera llegamos a un pueblo donde a la entrada se veía un castillo en lo alto.

Como de costumbre, yo tuve que quedarme en el aparcamiento pero no me resistí a quedarme a la sombra de un árbol.

Santi se acercó a visitar el castillo de Loarre y vino impresionado..

La verdad es que es un edificio precioso en un entorno fantástico.

Por supuesto, no podíamos irnos sin sacarnos una foto juntos pero… ¡quita de ahí que me tapas mi preciosa culera!.

Mejor, mucho mejor así, no hay color.

Otra foto al irme desde otro ángulo.

Y la última, casi desde la zona mas baja, con un pajarito al vuelo y todo.

Para ir al siguiente destino cogimos una autopista y Santi me sorprendió saliendo en un sitio para “ver la hora que era”.

Luego me dijo que ya había estado allí y que me apañase a ver si conseguía descifrar la hora….

Después me enseñó el cartel donde se explica, será listillo.

Tras unos cuantos kilómetros tomamos una preciosa carreterita en ascenso hacia nuestro último destino del  día.

Para nuestra sorpresa, la carretera se convirtió en pista entre vellos bosques….

Y mas arriba se complicó un poco, nada preocupante.

Por fin llegamos al monasterio del Moncayo, donde finalizaba el acceso rodado, no podíamos seguir.

¿Otra vez tu delante?

En fin, disfrutamos un rato de la vista y emprendimos el descenso.

El bosque estaba precioso a esa hora donde ya empezaba a oscurecer un poco.

Al día siguiente tocaba regresar y elegimos el camino mas largo, por supuesto.

Una foto de esas “artísticas”…

Y enseguida coronamos el primer puerto del día.

Hoy el tiempo ya no brillaba como ayer y se nota en las fotos.

Siguiente puerto casi enlazado con el primero….

Y una bajada corta pero con buen asfalto, muchas curvas y atravesando un precioso bosque.

El siguiente puerto es muy curioso, vamos, es una autopista. A pesar de haber pasado dos veces por aquí, nunca había parado así que a la tercera me hice la foto.

Y a continuación, a por el puerto que mas ganas tenía de la jornada, el de Urbasa que ya conocía de hace unos meses pero que la lluvia deslució mucho.

Impresionante sucesión de curvas sobre enormes muros de piedra.

Aquí encontré un rinconcito para asomarme a las curvas inferiores.

Y la foto con el cartelito, faltaría mas.

Aunque había cientos de sitios mejores para sacar una foto guapa.

Finalmente me encaminé a Asturias sin  demasiada prisa después de haber disfrutado de un bonito fin de semana.

Un día Santi quedó con Dani, Jorge y Eusebio, los tres buenos amigos y conocidos del Club Africa Twin de España.

Se tiraron horas charlando de aventuras moteras, vamos… contándose batallitas, para que nos vamos a engañar.

Al final conseguimos moverlos de las sillas y fuimos a dar un paseo hasta la Cueva Devoyu, al comienzo del puerto de Tarna.

En Agosto también es típica la subida nocturna a los Lagos de Covadonga que, por supuesto, parte del Chiringuito motero de Arriondas.

Allí se reúnen todos y se cuentan batallitas esperando a que anochezca. En la foto Santi con cuatro grandes rodadores. De izquierda a derecha Tino, Joaquín, Jose, Santi y Mónica.

Joaquín es todo un piloto que se enfrenta a cualquier reto con una compañera de tan solo 125 centímetros cúbicos pero, hasta ahora, siempre acabó todo lo que empezó. Aquí lo cuenta todo: Iberia en Terra 125

La primera parada siempre es en el Santuario de Covadonga para reagruparse.

A partir de ahí, ya hay pocas fotos por cuestiones obvias.

Otra de las citas importantes de Agosto son  las carreras de clásicas de La Bañeza.

Como en todas las concentraciones, se ven compañeras de lo mas singular, como esta preciosa custom con enormes hachas por todos lados…

O esta llamativa rat bike que Santi ya había visto en alguna revista especializada.

Por supuesto, todas las compañeras afines hacen piña y se juntan…

Porque el ambiente es increible en la plaza de la iglesia.

Allí coincidí con varias compañeras de estilo café racer, como esta hermana de marca…

O esta otra teutona.

Y esta que salió en revistas de clásicas.

Y no faltaban las compañeras clásicas que llegaban por sus propios medios…

Porque lo importante era llegar, aunque algún piloto tuviese un gusto “dudoso” pasa escoger el color de su montura.

Pero siempre hay algunos que aciertan de pleno llevando a sus compañeras a ser las mas fotografiadas del fin de semana.

Aunque esta foto no la hicimos nosotros, la ponemos porque nos llamó mucho la atención (la foto es de Cristalines, muchas gracias por cedérmela, está genial). Se ve a una hermana Varadero que transporta a la gran mascota de su piloto.

En fin, a parte de carreras hay una concentración en toda regla como podéis ver.

Es curioso poder sacarte una foto en la misma línea de meta y que, además, esta tenga una frase reivindicativa.

Por supuesto, los pilotos no se pierden la oportunidad de visitar los curiosos boxes…

Plagados de auténticas reliquias de otra época.

Fijaros la ubicación de la bujía de repuesto y su llave correspondiente.

Y por fin llegan las carreras, con su zona de sacacorchos incluida.

Da gusto ver rodar a esas compañeras con decenas de años en sus chasis… espero llegar a esa edad en perfecto orden de marcha como ellas.

El ambiente es increíble y entre manga y manga el circuito se llena de gente que cambia de ubicación para ver otra zona distinta.

Todo el pueblo se vuelca con la carrera, fijaros en el escaparate de esta farmacia.

Y ya al final, abandoné la concentración despidiéndome de la gran cantidad de compañeras que se hallaban allí estacionadas junto a mi.

Tenía pensado aguantar un poco pero no me resistí y… me fui de viaje de fin de semana… otra vez.

Ya tenía ganas de rodar con mi nuevo motor por tierras extranjeras así que como ni Santi ni yo conocíamos Oporto, nos acercamos en un momento.

Partimos cuanto Santi salió del trabajo el viernes y llegamos al anochecer con tantas ganas de conocer un poco la ciudad que salimos de noche incluso.

Por supuesto, al día siguiente todo destacaba mucho mas en una ciudad dominada por los puentes que unen las dos orillas del Duero.

Los modernos puentes de hormigón compiten con las preciosas construcciones de hierro y, por supuesto, no hay color.

Aunque la ciudad es muy grande, nosotros nos centramos en las orillas del Duero, era lo que mas nos apetecía ver.

Aquí Santi, posando con el puente de don Luis I de fondo, faltaría mas.

Es el puente mas famoso sin duda y bajo el pasaron varios barcos de recreo mientras estuvimos allí.

Lo utilizamos varias veces para pasar de un lado a otro…

Y sacar fotos en las zonas mas turísticas de la ciudad.

Por supuesto, no podía faltar una visita a sus famosos barcos utilizados para transportar el vino en otras épocas.

Después de un buen rato de turisteo por la ciudad, nos fuimos a rodar un poco, que yo también tengo derecho a disfrutar de los viajes.

Aun así nos encontramos con este curioso puente que une dos lados de la misma orilla… ya ves.

Salimos de la ciudad por una autopista de cuatro carriles que se convirtieron en tres y luego en dos pero que en ningún momento parecía haber tráfico suficiente para semejante construcción.

Como el viaje lo decidimos de un día para otro, no llevábamos mucho preparado pero si teníamos ganas de conocer la nacional 140 de la que habíamos oído hablar mucho.

Un alto en el camino para que Santi se refrescase del intenso calor…

Y aprovechamos para sacar esas fotos tontas que se suelen hacer en estos casos.

Por cierto, en algunos tramos se conserva la antigua carretera de adoquín a modo de mirador o área de descanso. Todo un acierto a mi entender.

Seguimos la carretera con muchas curvas y muchos pantanos.

Así fue como descubrimos la causa de que la carretera estuviese siempre a media ladera.

Los pantanos eran una buena excusa para parar y hacer algunas fotos.

Además Santi quería salir algo porque se había dejado barba de cinco días para parecer mas “motero viajero”… pero aun le falta mucho rodaje.

En el siguiente pantano me paré en el propio muro mientras descansábamos un poco y contemplábamos el paisaje.

Impresiona la cantidad de hormigón que utilizaron en estas construcciones.

Seguí la carretera que no tenía pérdida y aún conserva los mojones de piedra similares a los que había hace años en España.

Desgraciadamente, el fin de semana estuvo marcado por los incendios.

Los había por todas partes, igual daba que mirases hacia atrás…

Que hacia delante.

Y eso que el paisaje tampoco era especialmente frondoso.

Una desgracia contemplar el paisaje calcinado por las llamas.

Aún así seguí disfrutando de las curiosidades que me deparaba la ruta, como este horreo similar a los gallegos…

O esta locomotora de vapor en una zona privada…

Con su coche de madera a juego.

Por suerte, hubo muchos tramos de bonito paisaje y preciosas carreteras.

Pero los incendios no cesaban, contabilicé hasta ocho durante todo el día…

Y alguno lo vi muy de cerca.

Pero quedémonos con lo bueno y recordemos solo los paisajes bonitos.

Al día siguiente abandoné Oporto haciendo una última visita a la zona del río y fotografiándome con uno de sus tranvías.

Para volver a España subí dirección norte acercándome lo más posible a la costa.

Crucé algún puerto con su correspondiente foto… ¡¡¡eh , quítate de en medio tio!!!.

Y ya por último crucé este curioso puente de Orense para remontar el Miño por una carretera que ya conocía de ocasiones anteriores y que siempre disfruto como si fuese la primera vez.

Y así di por finalizado este fin de semana de sol y calor.

Un mes completito donde también quedé en alguna ocasión con mi amiga de viajes Africa Twin.

Tanto nosotras como nuestros pilotos nos conocemos desde hace mucho tiempo, y eso puede ser bueno… o malo.

Y es que ella es mas salvaje que yo, tiene menos límites…

Así que volvimos al sitio donde yo sola no me quise entrar el mes pasado.

La cara de risa de Santi lo decía todo.

Vamos, que después de hacer el primer cambio de aceite a mi motor nuevo después de 10.000 kilómetros..

Ya puedo aventurarme para sacar una foto bonita.

Dani... ¿Listo para sacarme fotos?

Vamos allá…

Como un enorme petrolero...

SOY IMPARABLE, NADA ME DETIENE

Bueno… casi nada.









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